Víctor Heredia, cantor

Año 2011 A pedido de “la Vereda del Sol” y para la “Revista de los Jaivas” Víctor Heredia respondió algunas preguntas. Poeta y cantor, verdadero juglar popular de estos tiempos difíciles. Fresco, claro, siempre abierto responde cálidamente y recorre su historia, que es la de todo un pueblo.

Háblanos de tu colegio primario:

-Mi primer colegio primario fue en el barrio de Monserrat, lugar donde nací, pero el que más recuerdo es el de Paso del Rey, localidad a la que nos mudamos cuando yo apenas contaba con 9 años. Era la Escuela Nº 18 y allí cursé todo el resto de la primaria. Tengo grabados a dos maestros en especial mi maestra de tercero y cuarto grado se llamaba Lilué y el de 5º y 6º un tipo maravilloso que nos ayudó a comprender gran parte de los conflictos sociales y políticos que vivía la Argentina de esos años, se llamaba Carlés. Nunca pude olvidar sus charlas y conceptos que me acompañan desde entonces.

El patio era de baldosas pero, alrededor, el descampado nos regalaba un bosque de eucaliptus y una enorme extensión de tierra que nos permitía jugar a la pelota y corretear durante los recreos. Era un típica escuelita de campo, llena de expectativas como los niños que la frecuentábamos. 

Donde fuiste al secundario, ¿Ya cantabas? ¿Escribías? ,si tienes alguna letra de las primeras, que nos recuerdes aunque sea parte.

-El secundario fue en Morón: Nacional Manuel Dorrego. Allí me enamoré por primera vez, milité en su centro estudiantil y canté mis primeras canciones. También escribí mis primeros poemas de amor. Tenía quince años cuando escribí

 “Para cobrar altura”

Quiero volverme tiempo para no pasar nunca,

quiero volverme viento y llorar en tus montañas.

Quisiera ser ceniza, blanca y sutil ceniza,

para cobrar altura y que el viento me reparta.

Cuando el viento me alce en vuelo

vibrará mi corazón

y volverás en mi dolor

hecha sangre en mi guitarra….

Después a los pocos años, con 19 encima, ganaría el festival de Cosquín con esa canción.

El mundo eran mis compañeros, la calle y las luchas estudiantiles por mejorar la vida. La figura maravillosa del Che Guevara nos imponía sueños y nos revolucionaba el corazón. En esa generación nació el sueño de una América unida, de un continente liberado de dictaduras y esclavismos. Fuimos la generación de los sesenta y los setenta, la de los Beatles, los Rolling y todo lo que el mundo del cine europeo nos traía, Fellini, Bergman, Lelouch, la poesía de Vladimir Maiacovski, Sartre, Sade, el hipismo, Rulfo, García Márquez, el eterno debate sobre Borges o Cortazar, guerrilla o paz. Estábamos impregnados de sueños y utopías y creíamos a pie juntillas que podíamos cambiar el mundo. Creo que lo logramos, el mundo cambió aunque a un costo impensable para todos nosotros, las dictaduras nos diezmaron, nos obligaron al exilio, secuestraron y asesinaron a muchos de nosotros, pero salimos victoriosos, con grandes pérdidas, pero nuestros pueblos comenzaron a crecer en el camino de las democracias. Sólo basta con mirar alrededor. Ese debe ser nuestro orgullo, América comienza a unirse y a buscar su verdadera independencia. 

Cuales fueron las primeras presentaciones en público, ¿Dónde fueron? ¿Qué te dejaron?

-El patio del colegio primero, luego las peñas, los festivales, pequeños teatros donde yo hacía de iluminador, maquinista, escenógrafo y cantor. No había dinero suficiente y me las arreglaba como podía para darle un marco honorable a mi presentación. Me dejaron la maravillosa experiencia de todo comienzo: los errores que me prometía no repetir, la convicción que el camino que había elegido no era para nada sencillo y el sabor dulzón de los primeros éxitos. También el gusto amargo del fracaso, sin ese condimento no hubiera sabido nunca el valor de mi vocación, no sabría de la fuerza que todavía me impulsa a cantar y a escribir para intentar superarme día a día.

El reconocimiento fue en Cosquín en los 60,¿Que te decían en esa época?

-Que tenía buena voz, pero yo sabía que con eso no era suficiente, tenía que ser original y también sincero, hablar de aquello que me importaba sin tapujos y aprender a defenderlo con uñas y dientes.

Cuando comenzaste ¿a quien veías como un referente? (músico, poeta, artista en general).  

-A Don Atahualpa Yupanqui. Fue un faro que me iluminó en mis comienzos, después conocí a dos poetas insuperables: Armando Tejada Gómez y Hamlet Lima Quintana. Ellos fueron mis guías y amigos junto a Mercedes Sosa. Apoyado en ellos crecí desde el Movimiento del Nuevo Cancionero. Fueron los años de mayor riqueza en toda mi carrera. 

Recuerdas cuantos discos grabaste?. Cual crees te representa más?

-No llevo la cuenta pero creo que fueron más de treinta. “Víctor Heredia canta a Pablo Neruda” es uno, “Taki-Ongoy” y “Soldaditos de plomo” quizá sean mi mejor carta de presentación.

Y cuantos libros editaste?  No todos conocen tus libros, por lo menos no de la forma como se conocen tus discos. Podes contarnos algo sobre tus libros,

-Edité cinco libros a saber: Alguien aquí conmigo (novela), Rincón del diablo (novela), Mera vida (novela finalista del concurso de Literatura Planeta 2007), El ensayo “La canción verdadera” y un libro de poemas “Soldaditos de plomo” (2011) 

“Alguien aquí conmigo” es la historia de un detenido desaparecido que tiene un debate con su propia conciencia sobre la militancia durante las sesiones de tortura. Lo hace para escapar del dolor y la posibilidad de denunciar a sus compañeros. Es una historia dura pero llena de ternura en su paso por los recuerdos de infancia y adolescencia.

“Rincón del diablo” es una suerte de policial fantástico, pues sucede en un pueblo donde suceden cosas fantasmagóricas y cuyos personajes fundamentales son un peón que se vuelve un erudito en literatura y el comisario del pueblo, con quien sostiene un debate interminable. Es en síntesis el poder de la inteligencia contra la fuerza bruta.

“Mera vida” es la historia de una familia de marginales y como sobreviven. Está cruzada por el amor de un abogado cincuentón y la hermana menor de uno de los protagonistas. Un fresco sobre la inseguridad que asola en el Buenos Aires de hoy.

¿Cómo fue que pasaste de la poesía a la novela? O en realidad siempre convivieron ambos en tu escritura

-Ambos conviven, incluso con algunos cuentos que pienso editar en un futuro no muy lejano. Tanto la poesía como la prosa forman  parte de mi necesidad de expresión. A veces me conformo con una canción, otras necesito explayarme y recurro a la novela.

En “Alguien aquí conmigo” volviste sobre el tema de los desaparecidos. Una parte de la sociedad hubiera preferido olvidar, creían que eso traería la paz, vos defendiste  el camino  de la memoria ¿Por qué?   (En el disco Taki Ongoy también apostas a la memoria)

-Sencillamente porque creo que nadie puede avanzar ni crecer sin conocer de donde viene. Nosotros como país venimos de esa tragedia. Nos tocó el dolor y la brutalidad del mesianismo militar. No buscar la verdad sobre esos hechos dejaría impune crímenes tremendos. Pero no se trata de vengar a nadie, sólo de imponer justicia a quienes cometieron crímenes de lesa humanidad. Memoria y verdad son la esencia de cualquier democracia, sin ellas nada es posible.

Una  vez dijiste tal vez   la muerte de Victor Jara en Chile, los salvo a ustedes aquí en Argentina. ¿Cómo fue eso?

-La Junta Militar tenía un slogan: “Los argentinos somos derechos y humanos”. Pretendían ocultar sus crímenes, bajo un manto de mentiras. La muerte de Víctor Jara en Chile despertó un repudio internacional que denunció el salvajismo de las huestes de Pinochet. Si cualquiera de nosotros hubiera sido asesinado, digo un artista popular, reconocido y querido por el pueblo, el slogan habría dejado de tener valor y la monstruosidad de sus acciones tomaría estado público. Frente a eso intuyo que se cuidaron bien de tocar a ninguno de nosotros. Por eso digo que Víctor, con su muerte, nos salvó.

Como sobreviviente, ¿alguna vez lamentaste serlo? Solo te recuerdo que somos muchos los agradecidos de haber escuchado tus canciones, pareciera que ahí han estado siempre.

-Lamenté no haber podido hacer algo más por los míos. Y frente a ese hecho tan determinante que es la pérdida de seres queridos, de mi hermana y mi cuñado, de mi propio padre, de compañeros y amigos entrañables, muchas veces medí con culpa mi existencia y como dice sabiamente mi hermano Silvio: “quiero que me perdonen por este día los muertos de mi felicidad.”

Escribí una palabra que te venga en mente por los que te nombre en esta lista

Mercedes Sosa :                   madraza

Víctor jara:                             Lucero

Violeta Parra:                        Tierra

Facundo Cabral:                   amigo  

Las madres de la plaza:        entereza 

Las abuelas:                          tesón

Leon Gieco:                          compañero

Víctor Heredia:                      cantor

El viejo Matías:                     soledad

Cipriano Airala:                    paisano

El poeta es un observador nato. De tus observaciones que queda del mundo si tomamos el mundo que había en los 60 comparado con el que tenemos hoy. ¿Qué mejoró para la gente y que empeoró? ¿Qué sueños se perdieron y cuales se realizaron?

-La realidad de estos tiempos tiene como fundamento los sueños de los sesenta y parte de los setenta. Unos ya aroman y otros comienzan a florecer.

Lo más extraordinario es haber entendido que el enemigo es muy astuto y puede camuflarse a diestra y a siniestra. Estamos avisados y actuamos con más cautela, con análisis más profundos. Las democracias cada vez son más fuertes, eso es un avance. Lo que más nos atrasa es la falsedad de los medios de comunicación en manos de los grandes monopolios económicos. Esa es la gran batalla de los tiempos actuales.

¿El hecho de ser músico y cantante popular te facilita las cosas?.

-Todo lo contrario, es más difícil. El medio de la literatura se maneja con prejuicios muy grandes y ser un cantor popular es casi un desprestigio para ciertos críticos del sector.

Vos sos parte de la historia cultural de una región, que se extiende más allá de las fronteras de nuestro país, que reflexión te trae eso. 

-Me pone feliz saber que pude decir lo que nos sucede como pueblo y ser escuchado. Ojalá sirva de algo.

También sos un referente de lucha, de aguante, se sabiduría, de tradición. ¿Habías soñado con serlo alguna vez?

-Ni siquiera sabía que era todo eso. De lo único que estoy seguro es de perseguir día a día mi vocación de decir la verdad.

De tus canciones elegí dos, solo para que sus letras acompañen esta nota. De esas letras ¿que es lo que hace que hoy las recuerdes especialmente?.

-Todavía cantamos y Razón de vivir.  Son parte de lo colectivo y lo íntimo al tiempo.

En que estas trabajando ahora, en que anda Victor Heredia en estos meses, al lector le va a gradar saber si hay algún disco gestándose, o si hay algún poema o novela de la que quieras contarnos.

-Mi novela “Los perros” fue  finalista del premio EMECE de literatura 2011 hace apenas unos días, la editorial Planeta me propone editarla para el año que viene. Mientras tanto estoy preparando mi futuro nuevo CD al tiempo que escribo una nueva novela.

Un abrazo

Víctor Heredia

Gracias a un grande de la canción Latinoamericana

Por Guillermo Daniel Contreras, de La Vereda del Sol” para la “Revista de Los Jaivas”

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