Mamalluca – Eduardo Parra

Los Jaivas son invitados por los miembros del Proyecto Mamalluca para un viaje a recorrer las estrellas desde el Observatorio Comunal Cerro Mamalluca, primera fase de un plan que apunta a la popularización del cielo como conocimiento básico universal; Los poemas que se presentan a continuación, son el fruto de mi experiencia durante aquellas breves pero substanciosas horas en la región del Elqui. Eduardo Parra

Mamalluca

Un paseo alucinado por el Valle de Elqui
o
Las estrellas bajan a la Tierra

Vicuña

Alumno 

Hoy soñé despierto 
que era muy niño 
y que iba cojeando 
por Vicuña 
con un cuaderno y un lápiz al brazo 
buscando la casa 
de mi querida maestra Gabriela Mistral.




Uva Madura 

Habían, un día, 
pasado los tordos y los chincoles, 
las diucas y los zorzales 
llevándose en sus gorjeos insaciables 
la savia prístina y los átomos almibarados 
de las uvas silvestres. 

Una mariposa azul, 
enana, 
tenía pintado en sus alas claras 
los últimos vestigios 
de la memoria. 
Ella sabía, 
de efímera fuente, 
que las hojas casi secas 
de las parras 
iban a continuar irremediablemente 
meciéndose 
en la nostalgia del olvido. 
Mientras 
los zarcillos inútiles del destino 
la despedirían, también, 
enroscándose encaprichados 
en la transparencia matriz 
diciendo: 
“ya cuajados de estrellas están nuestros dominios”. 


Camino del Inca 

I 

El Tambo 

Aquí 
descansó su mirada el chasqui 
y quedó sereno. 
Pero 
el rumor del Elqui rebalsando, 
le trajo recuerdos, y pensó 
en chasquidos lejanos. 
Y fijó la mente, y 
vio con su corazón 
la Cordillera Real, 
y contó las piedras. 
Piedras que caen desde el camino. 
Piedras que construyen ansias antiguas. 
Piedras ricas, preciosas, sagradas. 
Piedras del camino. 
Imperio mineral, 
hoy pintas de colores 
la Cordillera de los Andes 
y escuchas al Elqui rebalsado. 
Hoy, 
chasqui pensativo, 
rezas a tus dioses 
antes de surcar la historia. 
Al construir tu camino 
dejaste la tierra 
sembrada de reflejos, 
de lunas, de estrellas. 
“¡Qué voz más férrea 
la de tus acantilados y quebradas! 
¡Qué voz magnífica 
la de tus crestas nevadas! 
¡Madre Patria abrazadora, 
cobijadora, 
bendita es mi suerte de 
recorrerte!” 
Así rezó el chasqui en El Tambo. 


II 


Camino Estrellado 

Noche. 
Serpiente de estrellas, 
animal congelado. 
Noche de los fuegos fatuos. 
¡Contacto! 
Vas corriendo por la Vía Láctea, 
chasqui. 
Ya tus piernas no te pertenecen, 
son únicamente noche, 
abismos estrellados. 
¡Vértigo, chasqui! 
Tienes el vértigo a tus espaldas. 
Cargas la luna y soles ajenos 
en tus hombros. 
llevas el sol 
en tu sangre. 
Corres por la galaxia 
y te escapas del universo 
para mirarlo mejor, 
para comprender su lenguaje, 
su mensaje. 
¿Quién te visita esta 
noche, chasqui? 
¿Por qué corres apresurado? 
¿A qué espiga del universo 
vas a buscar tu pan? 
¿Con qué voz podrás 
contar mañana 
a qué hijos desterrados? 

Soledad, chasqui, 
es inmensa. 
Soledad es nuestra patria. 


Cerro de la Virgen 

Arrodillado hasta ti, 
sin haberme arrepentido, 
implorando lágrimas 
que aún no había derramado, 
llego, 
llego esta noche a las bodas vivas 
a buscar abrigo 
en tu manto estrellado. 




Montegrande

Oración a la Virgen de la Iglesia 
de Montegrande, Santa Patrona del Carmen 

Santa Patrona del Carmen 
que sostienes la vid 
y la vida. 

Virgen Celestial 
del sol y las estrellas. 

Santa Patrona de la Viñas 
sostienes el Amor y las montañas. 

Virgen Germinal 
de la savia y de los montes. 

Victoria Virgen Secreta, 
designas con tu manto, 
nutres con tu signo. 

Santa Patrona del Carmen, 
Da de beber al sediento, 
Despiértanos a tu figura insigne, 
Dicta las eternidades 
En la gloria de tus valles perpetuos.

A Gabriela Mistral en su Tumba 
y Morada Celestial 

Niña-madre. 
Maestra única y serena, 
tuyos son los colores, 
arcángel de luz y fuego santo. 
Hija fantasma. 
Celeste celestial y madura. 
Manantial y morada 
Rocío 
Lucila 
Azul 
Estrella 
Reina de Chile. 
Cuando Dios inventó el Paraíso 
no se imaginó nunca 
que los domésticos cataclismos 
de nuestra amada Tierra 
iban a erosionar 
el inmemorable Valle de Elqui, 
Gabriela de los campos bordados. 
Aquí estoy en ti. 
Vengo a verte custodiando 
tu florido Montegrande, 
vengo a respirar tu memoria, 
tu alma pura y repartida. 
Gabriela de los planetas perdidos, 
Gabriela de los mantos de cuarzo, 
Gabriela universal y doméstica, 
de uva y carne, 
de valle, viento, patria 
y poesía.



Clase Fantasma 

Y Gabriela en 
la escuela 
me dijo: 

Uva y estrella 
son una misma 
cosa, 
mi niño. 

Alma y Patria 
igual son los mismo. 

Hay algo de pasajero 
en la estadía. 
Hay algo de perpetuo 
en las cosas simples. 

Cielo y viñedo 
cumplen su ciclo. 

Si alguien cosecha estrellas, 
uvas estarán madurando 
en el centro de otra galaxia. 

Tú dirás las cosas 
como tu corazón te indique, 
y las verás 
como se contempla 
un poema, 
mi niño. 

Parte de mi alma, 
cariño mío. 
Pregúntame de tu tierra, 
dímelo en tu propia lengua, 
capullo de cielo, 
arrebato mío. 

Madre fantasma 
de la patria invisible, 
ruega por nosotros. 
Te lo pido. 

Cultiva en nuestra lengua 
los sueños de todos los chilenos. 
Llora de alegría 
si algún día nos ves juntos 
en tu gloria y la gloria 
de nuestra lengua. 

Continúa enseñándonos 
tu dulzura, madre invisible. 
Piensa en tus pueblos repartidos 
y siembra 
nuevos versos, 
Milagro Lucila Viento 
Albor Melancolía. 

Elqui

Elqui 

I 

Aquí sí que tocamos los colores. 
Ya nadie respira. 
Somos cielo, 
nube estática, 
paisaje translúcido, 
imaginación del viento. 

II 

Pisco Elqui empina su rostro largo 
de cabellos celestes 
para deslizarse, 
sin sentirlo, 
por un arco-iris pedregoso de 
perfumes tenues. 
Entonces va encrespando 
su vehemencia anclada 
hasta encontrar las barbas verdes 
de las uvas preñadas. 

III 

Elqui, 
tus inmensos lomos rosados 
trepidan el canto de las nieves 
y las aves solitarias se mimetizan 
con las piedras de las montañas 
y ya no buscan su presa cotidiana, 
ellas, las aves, 
prefieren pasear su rumbo 
por lo desconocido. 

IV 

Así, 
Elqui dormido, 
como un titán que olvidó su casa 
de tanto soñar caminos estrellados, 
resposa en su lecho, 
holgado, 
sempiterno y nupcial, 
padre y madre rendidos. 
Mamalluca 
Las Estrellas bajan a la Tierr

Mamalluca

Las Estrellas bajan a la Tierra

Mamalluca 

I 

Mamalluca, 
simiente reposado. 
Mirando a lo profundo 
traes los vientos cósmicos 
a refrescar la amalgama inverosímil 
de los montes que cobijan 
a los valles elquinos. 

II 

Mamalluca, 
de tanto sumergirte en las vertiginosas 
cascadas de los cielos, 
desapareces, 
gota a gota. 
Te haces transparente 
y eres montaña de viento, 
materia ignota, 
espacio puro, 
nada. 

III 

Espacio inerte, 
espacio vagabundo. 
Noche eterna, 
día efímero, 
incierto. 
Fragilidad de la Vida. 
Consagración de la Tierra. 
Mamalluca reza 
su lejanía profunda. 

IV 

Sidéreo, Mamalluca. 
Sidéreo palpita sus aglutaciones 
galácticas. 
Galaxia, Mamalluca. 
Esta, nuestra misma galaxia, 
Mamalluca. 
Ella, 
esta incógnita mansión del tiempo, 
muda; 
ella estampa su abismante y originaria 
Victoria 
en la retina de los contempladores. 

V 

De estrellas estás hecho, 
Mamalluca, 
de leche solar, de sangre atómica, 
de abismos microscópicos. 
Mamalluca, 
bebe tus lúcidas constelaciones, 
amamanta a los astros perdidos, 
dales el néctar de tus uvas frescas. 

VI 

Mamalluca, 
mece tu sueño imposible, 
descubre hasta el último planeta 
y bébelo, 
mastícalo como desgajas 
a tus uvas primordiales. 
Desgrana, sol a sol, 
el racimo celestial. 
Succiona, por favor, 
hasta el fin del universo.

Vicuña/ Viña del Mar / París / Marzo, junio de 1999.

Eduardo Parra

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