Eduardo Embry

Noviembre 2021 - Nota a Eduardo Embry - Nacido el 28 de octubre de 1938 en Valparaíso, Chile. La Universidad de Southampton lo honró con el título de Honor Researcher Fellow del Departamento de Lenguas Modernas de la Escuela de Humanidades, al cual aún se halla vinculado como investigador independiente. Fue también, Hartley Researcher Fellow del Harley Institute de la Universidad de Southampton, en un proyecto sobre la Revista ÁGORA de Madrid y sobre "La policía en la poesía española de la década de 1960, La censura en la poesía”, obra que fuera presentada en la Universidad de Columbia Británica, Vancouver, Canadá, en 2010. La British Library del Reino Unido publicó, en 2009, una edición en audio de la poesía de Eduardo.

¿Elegiste escribir o te descubriste dentro de la profesión de ser poeta?

Yo comencé a escribir siguiendo el ejemplo de otras personas. Escribí de muy niño. Una vez, unos amigos me señalaron un hombre y me dijeron:“ese señor es profesor de la escuela del barrio, ese señor es un gran poeta”. Lo miré, era un señor calvo con un maletín, andaba muy seriamente, a veces, sonreía. Yo lo miraba, me parecía interesante, y los amigos me dijeron que era de la Sociedad  de Escritores de Chile (SECH). Así, me acerqué a través de una carta que dirigí a la SECH. El presidente era un narrador famoso y me mandó una tarjeta firmada por él y me decía que, a partir de ese día era miembro de SECH. Si bien yo escribía poesía, no era un escritor. Era simplemente un aficionado.

Este hombre gatilló en mi la intención de seguir escribiendo. Seguramente, yo escribía puras leseras (tonterías) que no tenían interés literario.

Así, me acerqué por accidente, por una amiga a quien yo le había echado el ojo. Un día ella me dijo que el padre me quería conocer. Cuando fui a conocerlo, me encontré conque el padre de esta muchacha era un gran pensador, un anarquista español que había venido a Chile refugiado en el barco de Neruda. Era un señor que tenía tantos libros que no pude dormir esa noche solo pensando en esos libros. Ese señor leyó mis poemas y me dijo: “Mira, Eduardo, deja de escribir. Tú lo que tienes que hacer es conocer lo que otros han escrito. Prométeme que no vas a escribir hasta que yo te pida que escribas”. Fue un maestro  divino. En eso, yo perdí de vista a la muchacha, se casó con otro y vive en Buenos Aires. Para que sepas, es una poeta conocida.

Así que fui a la biblioteca y leí todos los poetas chilenos, de la generación anterior y la mía, a Neruda. Habrá sido en los años 50.

Yo, en ese entonces, no era un político. Yo era miembro de sociedad cristiana, mi educación había sido en colegios privados de enseñanza católica.

En los 60, comencé a ver un movimiento social en la Democracia Cristiana. Eso me entusiasmó. La Doctrina Social de la Iglesia daba atención a la gente pobre, y había un lenguaje anticapitalista. Yo seguía sin meterme en partidos. En el 62-63,comencé a trabajar en una fábrica de tabaco, la British. Ahí me formé como trabajador disciplinado.

Mientras yo trabajaba ahí, una delegación de la Democracia Cristiana viajó a Cuba (si bien estaban confundidos con Fidel y volvieron desilusionados) llevaron mi librito a un concurso de Casa de la Américas, y tuve la suerte de ser publicado por ser finalista. Ese fue un punto importante. Mi poema se multiplica en miles, la edición era de 3000 ejemplares.

En Valparaíso,me invitaron a la TV y me convertí en una figura.    

Mis ediciones fueron en revistas, comenzaba la campaña del socialismo y yo estaba en esa onda. Apareció Salvador Allende y aprendí, con él, que el problema era más profundo. Estaba relacionado con el sufrimiento de los pueblos. Entonces, fui convirtiéndome en un socialista, no el marxismo. Había guerrillas, yo estaba al margen de eso, siempre fui antiviolencia.

Llegando a los 70, la izquierda estaba muy complicada, siempre había rollos entre ellos. En el gobierno de Allende, el partido más ordenado era el PC, y fui un colaborador artístico del partido, leía poesía en sus reuniones.

Había un centro en la Universidad de Valparaíso donde se hacían eventos. Yo era un obrero, pero la universidad me invitó varias veces a hablar con los estudiantes o para leer poesía. La federación de estudiantes me invitó a Santiago a hacerle una entrevista, nada menos que a un compatriota tuyo: Julio Cortázar.Un hombre que tenía un prestigio increíble. Yo leía mucho y, a pesar de ser obrero, podía estar con él. Un tremendo gigante, yo apenas mido 1,60. Me encontré con él y era como una torre. En la sala del hotel, lo vi llegar y el conserje me dijo: “Ahí viene”. Se acercó y dijo:“Che”, y exclamó un saludo, simpático. Muy agradable. Dijo “Vamos a subir al piso” y subimos a un ascensor en el que yo miraba para arriba para conversar con este señor.

Yo llevaba la invitación y la intención de llevarlo a Valparaíso a la universidad, pero, mientras estaba charlando, recibió una llamada telefónica que lo puso pálido, enfermo y me dijo: “Mira, Eduardo, lamentablemente me han avisado que mi mujer contrajo una infección terrible en el trópico”. Se canceló la salida, lo conocíy verme involucrado en el dolor del sufrimiento por su esposa. Un gigante física e intelectualmente.

De regreso me convocaron para una entrevista. Pensé que para hablar de poesía, literatura. Pero no, era con políticos y era para debatir. Yo era un pobre pollito que no sabía nada de nada. Hablaban de los cambios que iba a producir Salvador Allende. Ahí exponían que Salvador haría la reforma agraria, pero yo sí sabía que Montalva había hecho la reforma y Salvador prometió profundizarla. Así que fui yo quien contradijo a los políticos y les dije: “Salvador ha dicho que aprovechará la reforma para intensificarla”. Ya, para ese tiempo, había muertos por la reforma, la tensión era mucha.

Luego, comencé a trabajar en el canal de tv, hacía entrevistas a trabajadores, para ver qué funcionaba, qué no.

Yo nunca fui político, solo, desde la cultura, aporté mi parte. Fui tímido, fui testigo de lo que sucedía y terminé siendo víctima de la dictadura.

Golpe del 73

El golpe se inició en Valparaíso: los navales de sublevaron y comenzaron a tomar el poder del país. El golpe comenzó un poco antes, juntaron listas. A mí me detuvieron en la calle, yo estaba en una lista. Me metieron en un autobús solo por pensar de otro modo. Nos llevaron a una escuela; curiosamente, era una escuela de niñas. Ahí, estuvimos con otros compañeros de Unidad Popular, desde las 17 hasta las 24 horas en el patio. Hubo amagos de demostrar que afuera había enfrentamientos; nosotros tiesos en medio del patio. Ante cualquier movimiento, nos pegaban. Cerca de medianoche, nos trasladaron en un camión (Zurita también estaba, él era estudiante) uno encima de otro, yo tenía un gordito arriba y arriba otro. Llegamos a un muelle, totalmente oscuro. Varias horas en el suelo con manos en la nuca, pasaban caminando encima nuestro. Me vinieron ganas de orinar y me dieron permiso para ir a la punta del muelle, frente al mar oscuro. El milico hacía sonar el pasador de su escopeta, de forma tal que no pude orinar.Después de un tiempo, nos metieron en una bodega inmensa de un barco. Bajamos con una escalera de garo, ahí, había una multitud de jóvenes, intelectuales, médicos, estudiantes.

Aproximadamente poco tiempo estuve. Yo antes de un año fui liberado. Pero el tiempo que estuve fue suficiente. No voy a contar detalles porque la humillación fue terrible. Ofensa para la humanidad. Vergonzoso para contar. Lo extraño es que los que hicieron eso se dicen cristianos. Hay que leer la Divina Comedia para ver el sufrimiento de la gente.

Me jodieron la cabeza, me barrieron. Fui recuperando la humanidad, me la rasparon. Luego de esto, estuve en tratamiento médico muchos años. La herida aún está. Hace un tiempo,volví a tener pesadillas. La tortura física y psicológica es la que produce esto.

Resurrección

Mi compañera era inglesa e hizo lo posible para sacarme de ahí. Me llegó una nota del padre de un amigo que era fiscal que me decía: “Mira, Eduardo, sal del país lo más pronto posible, estás en una lista y te van a joder”. Aparte, al interrogarme siempre se referían a mi esposa como la viuda. Entonces, aterrorizado, planifiqué la salida. No hice reuniones, no quería ver a nadie, ni a los amigos que querían despedirme. Salí en un barco de Valparaíso, sabía de las barbaridades que estaban haciendo. Salí gracias a una invitación de Académicos para Chile, una organización inglesa. Con un sueldito pequeño, me dieron trabajo en Inglaterra. Dejé, en Chile, dos bellos hijos que tenía de mi primer matrimonio. Yo lloraba; lloraba mucho. Las nuevas generaciones no saben lo que fueron las dictaduras.

Yo vivo con un pie aquí y un pie en Chile (reside en Inglaterra), Sigo siendo un poeta chileno. Antes, solo había tenido formación técnica en la fábrica. Aquí me incluyeron en el mundo intelectual, me dieron la oportunidad de formarme, hice mi nivelación académica, y llegué a un Máster en Literatura y poesía. Aquí, me trataron muy bien. Me especialicé en poesía del siglo XVIII.

De Italia, me invitaron a la celebración de los 500 años de la invasión de América. Presenté un librito que era un manuscrito del siglo XVIII que contaba la historia humorística de Santiago de Chile de 1740. Y lo había presentado en la Universidad de Barcelona. Ahí, uno de los escuchas era director y miembro de la Academia Italiana, sección latinoamericana de la Universidad de Milán, y quería editar mi libro. A los pocos meses, mi libro estaba editado en Roma. Eso me dioprestigio. Apareció un profesor chileno con dinero, que tenía mucho prestigio en el tema, Y propuso que me eximieran de defender mi tesis. No tenía la obligación de exponer y defenderla en público. Y proponían mi tesis para ser publicada. Tengo ese orgullo, me dieron el honor de ser un miembro honorario de Departamento de Español.

Nota de Guillermo Contreras www.laveredadelsol.com.ar

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