Volver siempre es difícil, creo que lo difícil radica en verse uno mismo y cuantificar la magnitud del fracaso de mi generación.
A ver, antes que alguien se enoje, hubo logros. Grandes logros. Un ejemplo no tan pequeño es que vengo del año 1975, y es este tiempo subir a un colectivo es subirse a una cámara de humo, la gente fuma en los colectivos, en los trenes hay solo dos vagones, a veces menos, para no fumadores. Igual la gente prende su cigarrillo aun en estos vagones. Eso cambió, hoy los fumadores buscan de fumar en lugares al aire libre. Otros cambios, veo en el 2022 que hay mayor aceptación social de las elecciones sexuales individuales. De la forma de llevar el pelo o que ropa utilizan. Ha habido cambios, pero en lo verdaderamente importante, el hambre en el mundo, la pobreza, las guerras, la contaminación ambiental creo que nuestra generación no aprobó la cursada.
Hay mejoras pero falta tanto que pienso ¿cuántas generaciones llevará esos cambios?. La humanidad ha evolucionado tan lento, cada cambio le ha llevado al hombre milenios. Pero esto debería preocuparnos porque el poder destructivo bélico y ambiental que tiene el hombre ahora sólo nos da medio siglo para que la tierra entre en estado crítico irreversible. Este diagnóstico debería alertarnos para tomar caminos que aunque requieran un esfuerzo, ese esfuerzo vale la pena.
Antes de volver, apenas unos días antes fui a ver a “Invisible” al flaco Spinetta casi un recital para un grupo pequeño, íntimo. En esta ocasión el Flaco habló del planeta, el tal vez era un verdadero viajero del tiempo, sino con seguridad era un ser con una visión mucho más clara que la nuestra.
Año 2022, creo que lo más difícil de entender es que ya no tiene la humanidad un punto cercano de objetivo en común. Me explico, ya no hay metas políticos sociales, no hay compromiso social en común. No se confundan, al decir no hay no estoy diciendo que no haya pequeños grupos que lo intentan, yo hablo de la humanidad en su conjunto, más parece un conjunto zombies (esto está de moda) que día a día solo se despiertan para consumir (comer cerebros) y algunos pocos que por más que tengan objetivos deben dedicar su esfuerzo a evitar ser comidos.
En Ucrania se desata una guerra zombi, como todas las guerras. Pasan los años, mueren generaciones completas y no parecemos aprender.
Volver a 1975, vincha, camisola, la guitarra y a escribir mis primeros poemas. Mientras la triple A muestra la barbarie en efervescencia letal. En idas y vueltas seguimos cambiando el mundo, juntos.
Guillermo Contreras
0 comentarios