Todo comienza con la indiferencia
Hay un país sumido en la pobreza, la inflación, un país donde sus habitantes viven la incertidumbre diaria de cómo sobrevivir, cómo alimentar a sus hijos, y lograrlo apenas haciendo un enorme esfuerzo. En este lugar aparece un hombre al borde de la locura, sus discursos rozan el delirio místico, un pequeño grupo lo escucha.
En ese país, que no es imaginario, un desequilibrado se sube a los escenarios con estrafalarios discursos, parece hablar de economía en términos técnicos difíciles de ser tomados en serio, habla de sufrimiento, habla de tiempos pasados llenos de gloria, de profecías de superación, se dirige a los gritos a una población que no se anima a gritar, dice ser el elegido para crear un nuevo orden, un nuevo contrato social.
No mira a los ojos, no puede, no sabe mirar a otros, para él no hay otros, él es como Moisés, él es como un dios para ellos. Así se muestra y así lo entienden.Miles van rodeando al pobre loco, al que el tiempo lo ubica en el centro de la escena, esa población lo adopta como mesías. Luego de un tiempo cuando se reúnen todos levantan las manos en aprobación al discurso del loco, todos son marionetas que bailan al ritmo del alienado mayor. Nadie cuestiona, aunque sus discursos se contradicen, nadie pregunta, aunque sus acciones son eclécticas, sin sentido, a nadie favorecen sus decisiones, pero aun en este escenario la masa se une más al loco.El mensaje desde el primer momento, desde la primera frase dicha está lleno de odio, odio a minorías, odio a los diferentes. De acuerdo con el mensaje la masa comienza a ser odio. Hombres y mujeres adultas transpiran odio, jóvenes inexpertos prueban odio, los niños siguen a los mayores y aprenden a odiar.
Eso termino en guerra, campos de concentración, millones de víctimas, millones de lágrimas que quien no mira a los ojos nunca las va a ver.
Solo los estúpidos no saben de lo que hablo.
Gui 07 2024
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