Sus libros: “la calle de la cerca verde” y “el pájaro enjaulado”, con prólogo de Raúl González Tuñón; “Ese mundo maravilloso” y “De lluvias y profecías” (primer premio Nacional de poesía 1999, otorgado por la casa de Salta, Gofica Editora y Centro de Residentes Salteños en la Ciudad de Buenos Aires).
Sus poemas han aparecido en publicaciones literarias y ediciones dominicales de diarios de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Ha ganado diversos premios y menciones.
Leve movimiento
Hoy, al cruzar una avenida en Buenos Aires
sentí un leve movimiento
¿un temblor de raíces peregrinas?
¿aleteo de insectos?
¿río subterráneo desbordando lunas?
No lo sé
La ciudad se movía y me movía
una anciana se santiguó tres veces
un ángel voló por mi costado
un guardia me leyó un largo reglamento
Fue un leve movimiento
y la memoria quebrada en un costado
arrojó una foto que cayó de espaldas
Hoy
al cruzar una avenida en Buenos Aires
tuve un accidente de fugaz melancolía
Hombre que llora por una vaca
He visto a un hombre llorando por su vaca
no lloraba por su madre ni por su hijo
lloraba por su vaca
como sólo puede llorar un hombre
por su única y tierna vaca a punto de morir
Convengamos que una vaca no es un ser humano
tampoco es una casa o un árbol
una vaca
son dos ojos enormes y húmedos
como los pastos a la mañana
son la únicas ventanas abiertas antes del amanecer
por donde el hombre puede asomarse y pensar
que la vida no es tan dura
Por eso, el hombre puede llorar por su vaca
El árbol elegido
Yo fui un gigante entre todos mis hermanos
mi vida era de pájaros y nidos
mis ramas apuntaban hacia el cielo
y, en noches de verano, fui cazador de estrellas
Pero, una mañana escuché la voz del hombre
Y vi cómo la muerte mordía mi costado
caí sobre mi sombra y nada más recuerdo
Después
la misma mano que me quitó la vida
con vieja artesanía
me transformó en madero
Y ya toda la historia se vuelve conocida:
un hombre me cargaba con paso vacilante
mi peso lo agobiaba
y los gritos del pueblo le golpeaban el cuerpo
No pude ver su rostro
pero ahora presiento que a través de los ojos
se le veía el alma
El tiempo se detuvo cuando sentí los clavos
que aferraron su cuerpo a mi astillado cuerpo
sólo escuché un gemido, recordé mi muerte
y fue un silencio largo que dura todavía
Entonces, supe mi destino
Yo tuve entre mis brazos al MAESTRO
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