Hace años que se decreto la prohibición de usar caballos de tiro, para tirar de carros, en la ciudad de Buenos Aires y el Gran Buenos Aires. El decreto terminaba de cerrar una campaña donde ciudadanos de bien, de moral intachable habían detectado que los caballos de los pobres vivían en forma precaria como los mismos pobres. El decreto para cuidar de la integridad de los caballos nada decía de los caballos forzados a correr carreras, o a llevar un jinete que juega a agarrar una pelota con asas, y menos de los caballos utilizados para espectáculos tradicionales de doma, el problema eran los caballos de los pobres.
Esa moral arraigada en raíces superficiales, casi sin sentido, moral que es prima de los próvida, sobrina de los oficiales que tiraban gente de los aviones, nieta de los conquistadores del desierto, esa moral no se inmuta cuando a la tarde pasan por su casa esos mismos pobres que se transformaron en pobres de tiro, ahora tiran ellos de los carros con 100 o 200 kilos de cartón por las calles. Y nadie siente que el pobre no debe vivir así, digo como el caballo.
Guillermo Daniel Contreras
Enero 2023
Excelente. Conciso y claro.