Por Carmen Concha-Nolte , peruana residente en Washinton
Escribir memorias es … alargar la existencia. Uno aparece en
el mundo, brilla un poco como una estrella fugaz y después
se esfuma.
Rita Wirkala.
Los huesitos de mamá y otros relatos se editó en 2020, Seattle (EE. UU) y la ediciónen inglés está ad portas: Mama’s Little Bones and Other Stories (2022).Ambas compilan once relatos. Como nos cuenta la autora, sus textos están «entre la crónica y el cuento». Ellos engloban memorias de ambos lados: vidas íntimas y sucesos combinados: hombres grandes y valientes como pequeños, indefensos y animosos personajes, para resonar en una «limitante geografía».
Rita Wirkala (Argentina) reside en Seattle (EE. UU). Obtuvo su doctorado en literatura española, Universidad de Washington. Fue finalista en: International Latino Book Award, y versión en inglés, The Encounter, All Bilingual Press, 2015, en Book into Movies Award. Además, Las aguas delKalahari (2017) fue premiada en el ILBW. Y, en su cosecha literaria, tiene una serie de libros en ediciones bilingües. Ella es la maestra estrella -mi mentora- en talleres “Seattle Escribe”, Washington.
Quiero resaltar uno de los textos más ingeniosos, «La cura». En éste, la protagonista usa el adverbio de negación para lanzar artilugios insospechados. La niña inventa una mentira entorno a un cumpleaños que no puede eludir, pues la “mandaron sola” al evento. La pequeña se aleja de la postura de víctima, camina con estoicismo y aplomo; y entre sus andanzas, nos regala lecciones jocosas, pero con madurez asombrosa. Sin duda, los lectores caemos atrapados en sus nutridas y desafiantes páginas.
Primero, la protagonista afirma que no tenía por qué estar el doctor en el pueblo, además la red telefónica no llegaría a la población hasta posteriormente. Con estas premisas precarias, avanza la historia, y a la postre la niña inventa que está enferma. Una compañerita, a la que mal conocía, decidió invitarla a su fiesta. Ella razona la invitación no era extensiva, no éramos amigas, tampoco tenía trato con. Llegado el gran día, se refiere a su atuendo en estos términos: no fue porque me pusieron, no se suavizaba su vestido, para rematar con «no mortificaba la carne sino el alma, no me lo esperaba».
Segundo, camino a la fiesta, concluye que su timidez no se mide en cuadras, no es menos visceral, y de haber sido otro el camino no tendría que hacer frente a un tropel. Al compararse con su madre lo hace como los rasgos personales no vienen aislados, no podía confesar mi [..]. Allí, pronuncia carencias calles sin sombras[no…], sin prisa, no podía ahora espantarlas, para continuar con sus zigzagueantes cruces de vereda.
Tercero, al llegar al destino, nos atrapa con ¿no era esa la casa?; en seguida, golpea la puerta. Sigue la intriga. Cuando alguien le pregunta qué le sucedía, la niña refleja un dolor incontenible. El momento más reflexivo del texto es cuando se enuncia: sin saber cuál era el yo que había soltado y profiere muchas expresiones con maestría.
Cuarto, la niña llora de retorno a su casa. Entre gritos de rabia, se va coronando el cuento magistralmente con la impotencia de no poder decir otra cosa que no fuera esa mentira.
Al terminar, la protagonista recibe lo inesperado para calmar su dolencia. Además, nos regala negativos con prefijos: a veces se paga cara la impostura, hasta la indecible última gota, para rematar con no fue orgullo. Le dejo el resto para que usted descubra.
Por último, el relato «La cura» nos invita a afrontar: malestares fisiológicos y la falta de valentía. Ambas ameritan comportamientos con «determinación, como haría el resto de mi vida ante las puertas cerradas».
Para descubrir las fulgurantes narraciones de Rita Wirkala, en ediciones bilingües, colecciones ilustradas y más, los invito a visitarla en www.ritasturamwirkala.com
Gran artículo.