Biblioteca popular Murillo – Villa Concepción – Julio 2023
Pueblo Nativo
En este pueblo
El otoño
Tiene colores
Verdes y amarillos
También tiene
Ruidos al caer
Las hojas
Vuelan y vuelan …
El suelo
Se llena
De colores
Verdes , ocres , amarillos…
Mi ser
Se estremece
Ante tanta
Belleza ,
ANGELA
Pablo Carducci
Bajo el celeste más celeste,
el verde más verde.
Y en medio del verde, serpenteando,
el angosto camino.
Las aves posan sus ojos
en la caravana, y nosotros
arrojamos nuestra vista
por la ladera, intentando
asir cuanto podemos.
De un lado, la roca firme
nos empuja.
Del otro, el abismo
claro y suave
nos abraza y nos contiene.
Llaman a este lugar «Huertas Malas»
y yo intento comprender porqué.
Será que lo más bello, lo trascendente,
no nace de esta tierra fértil
sino del vientre mismo
del silencio, del asombro.
Será que el único alimento posible
para el alma hambrienta
es este fruto, recolectado
con las manos sutiles
de la contemplación.
Sofia
Mil árboles a lo lejos, amontonados como las hojas de sus ramas, pero nacientes de la tierra. Abrazadas, entrelazadas sus ramas secas hacían nacer un muro casi impenetrable en el margen de un camino angosto, un camino de tierra seca y muerta, pero pasto espeso y vivo en sus alrededores; vida de por sí rodeando a uno en el caso de andar por allí.
Naturaleza viva y palpitante que te hace sentir muerto, aire húmedo y fresco que contagia y mezcla ambas sensaciones en una misma percepción, sentirse vivo y muerto, envidiando la vida que tiene esta naturaleza que vive con más intensidad que el humano mismo, disfruta del respirar; sin ataduras, sin responsabilidades… Pero sufriendo y muriendo por los peligros en los que la encierra el hombre.
Pobre y frágil naturaleza, pobre y hermosa naturaleza…
Sin nadie que pueda protegerla, sigue siendo tan viva, tan llenos de vida son tus suaves movimientos y tan vívidos son los sentimientos que dejas en uno.
Pobres, hermosas y frágiles son sus hojas, sus ramas, sus frutos, su núcleo y su ser.
Amándose naturalmente, vive, crece, muere y renace, se extiende tanto que no se ve ni se imagina su final, el final de todos estos altos y vívidos árboles que poseen en sí tanto corazón y vida como todo.
Sheila En algún punto de la provincia de Buenos Aires, andaba yo junto al limonero, escuchando Depeche Mode mientras estaba sentado en mi silla de plástico bajo el hermoso cielo nocturno de agosto. La Luna llena alumbraba el patio con suelo de concreto y paredes blancas, yo miraba fijamente ese gran círculo brillante en el cielo, que de vez en cuando era tapado por una nube que pasaba por ahí. Todo era tranquilo hasta que, llegaron nubes que consigo traían llovizna. El cielo estaba hecho un cocktail, brillo lunar, estrellas cubiertas por nubes, un frío de 9 grados y gotitas que caían sobre mi rostro. Qué suerte que nadie estaba ahí para decirme que vaya adentro porque me podía enfermar. Sé que es de psicópatas estar bajo la lluvia, pero solo lo dice la gente conformista que adora el calor y el barullo, yo solo, quería, estar tranquilo… |
Llamas revueltas en lucha titánica
El cielo alfombrado de pe a pa
La alfombra pintada con pinceles furiosos
De colores ígneos, resplandores trenzados
De a poco, lentamente el ennegrecido mar
Subirá su nivel apagando el atardecer
GUI
0 comentarios