Visité
a Roque López y Ana Medrano, uno de los matrimonios de la comunidad
Toba de Derqui. La
ciudad Presidente Derqui queda aproximadamente a
40 km del centro de Buenos Aires. Donde la ciudad
se comienza a desdibujar perdiendo asfalto y ganando arboleda. Zona
muy poblada pero en cierta forma de barrios
nuevos.
Nos
dice Roque: “No se por que a nosotros no nos dan lugar en las
ferias”, “Yo
trabajo en cerámica, antes barro. El barro se conseguía en los ríos,
la cerámica me sale 20 $ el paquete. A veces me falta el material
para trabajar ”
En
el 91 Roque llegó a
Buenos Aires, En el lugar donde vivían sus padres y Abuelos, dice,
era una zona alta donde la crecida del río no llegaba, eran tierra
buenas, a pesar que nosotros siempre vivimos ahí no teníamos
papeles, los que vinieron tienen los papeles, y ahora ahí se siembra
soja. Mi familia ya no
está ahí. El habla de “Pampa del Indio”, Chaco,
Argentina.
Ana
viene del “Impenetrable”, del “Bermejito”, de la misma provincia que
Roque . En la orilla que
vive su familia ya hace tiempo vino gente y han desforestado
todo, no conformes con eso construyeron un puente y se preparan para
desforestar el monte de la otra orilla. Por eso su familia lucha
para que no dañen el monte, porque es donde aun pueden juntar miel y
plantas medicinales. Un
primo de Ana es el líder de una organización que tomó el nombre de
un cacique para luchar por conservar esa zona,
“MGESACHE”.
Dice
Roque que ellos llegaron a “Buenos Aires”, de su familia algunos
fueron a Rosario, así se fueron dispersando. “Es difícil conseguir
trabajo sin estudios”.
En el Chaco la escuela quedaba a 7
km , allá hace
muchísimo calor, era imposible ir a la escuela si no teníamos algún
animal libre para viajar, aclara, no teníamos zapatillas. Y no
siempre había animales libres, porque los padres los usaban para
trabajar. No siempre podíamos estudiar, yo aprendí
castellano.
En
“Pampa del indio”, recuerda Roque, había Algarrobo, el algarrobo es
el mejor alimento del pueblo Toba. Teníamos morteros grandes, una
vez cosechado el algarrobo se seca, como hace calor desparramándolo
en el patio en una
tarde se seca . Con morteros se hace lo que llamamos Arené (así lo
transcribí yo), chaucha molida, se junta como queso y se guarda,
porque nunca se sabe si va a faltar, se chupa y es buen
alimento.
También
para fiestas se hace Chicha, en platos de palo borracho, se fermenta
tapando con un cuero, esas son nuestras costumbres.
“Lo
que uno consigue es para la comunidad, es para todos”, esas son
nuestras costumbres. Tiene un comedor comunitario donde daban de
comer a 150 chicos, ancianos y embarazadas, hoy el salón está vacío
porque no consiguen juntar el alimento para todos. Y dice Ana “No
podemos dejarlos sin alimentos”.
En
la región convivíamos con muchos hermanos, los Pilagas entre otros,
ya de tantos grupos quedan pocos.
Hablamos
Toba. Hoy tenemos talleres para que los chicos lo hablen. Ellos lo
entienden pero no lo hablan.
Tenemos 2 fechas importantes que la comunidad conmemora, el
19 de Abril “día del aborigen Americano” y el 11 de Octubre, “La
última libertad del pueblo Toba”, comenta Ana que quieren comenzar
en la comunidad a festejar el día de la mujer
aborigen.
“Hasta
nos imponen los nombres”. Cuenta Ana que, a la hija, quiso llamarla
con un nombre Toba
“Nachelí” , que significa Mujer Luchadora, hermoso
nombre que fue cambiado por el funcionario que la anotó por Nayarit
, porque el funcionario lo creyó mejor escrito
así.
Roque
hace cerámica, hace instrumentos musicales. Ana hace mantas con lana
de Oveja que hila ella a mano, y hace canastos de hoja de
Palma.
En
1994 el obispo de Morón les dio unos terrenos en Derqui para hacer
un barrio, eran 8 familias, los terrenos se dieron en términos de
“Reparación histórica”, suena tan bien. Se parceló ordenadamente, y
se comenzó a buscar materiales para autogestionar el barrio. Cuenta
Roque que le dijo al arquitecto que con sus manos con
arcilla hacia cualquier cosa pero construir una casa parecía
difícil, el arquitecto viendo las artesanías de Roque le dijo que
era más fácil hacer una casa que crear en cerámica. Y las hicieron,
hoy son 32 casas. “algunos de nosotros ahora trabajan
construyendo”.
“La
tristeza que queda, es que quiero siempre volver al Chaco”,
Roque.
Cuando
salí del barrio, mientras caminaba por la ruta para tomar un
colectivo hasta la estación de trenes para volver a casa respiré una
vez, otra, y me dí cuenta que hay seres que oxigenan nuestra
existencia, Ana y Roque eran de esos. Acomodé el morral y caminé más
tranquilo, el viaje de vuelta fue pensando que diferente habría sido
todo si escucháramos a los pueblos originarios.
Guillermo Daniel Contreras
Mayo del 2010
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