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VACAS
GORDAS( relato inédito) |
Las seis de la mañana. Invierno. Los cristales de las ventanas empañados. El cielo color rosa intenso sostenido por las últimas dos o tres estrellas. La radio sonando en la cocina. Lidia preparaba el desayuno, amorosamente, colando con cuidado la leche porque a Juanita le daban arcadas. Los cuatro hermanos se vestían, resignados, para ir al colegio. Juanita lustraba sus zapatos abotinados con ahínco. La camisa almidonada, las medias de lana, la corbata a rayas grises y verdes, el jumper gris, el cardigan verde, el blazer, la boina verde y el portafolio repleto, a punto de reventar. Se vestía mirando la ventana, el cielo iluminándose y seis pisos más abajo, el camión de la fábrica de ropa escupiendo sacos, tapados, ambos, por el caño que descendía hasta la ventana de la recepción. Todos los días, mientras se vestía, Juanita observaba el mismo procedimiento. Los choferes, el capataz, los operarios exhalaban vapor en el frío matinal y la ristra de abrigos desfilaba como fantasmas descabezados. Lavarse la cara, los dientes y sentarse a desayunar. El crujir del pan tostado con manteca, la leche chocolatada caliente, la cocina cálida, acogedora, la bondad de Lidia. Dora supervisaba a sus hijos en bata de seda. Eduardo se afeitaba repasando su agenda en silencio. La casa era una orquesta sin estridencias cuyos integrantes convergían, inexorablemente, en el ascensor. El micro escolar se anunciaba en la puerta. El cielo devenía de rosa en oro y al celeste. El motor rugía y el transporte se llenaba de charlas infantiles que sonaban a cristales y castañuelas rozándose suavemente. Afuera, el tránsito reducido, las arboledas añosas del Barrio Parque, las avenidas elegantes, las señoriales calles de Belgrano R. Luego el descenso y la británica rutina diaria que los ponía en caja. Los arriaba para formatearlos, sin éxito. El espíritu latino, caliente y salvaje, no se acomodaba a esos métodos victorianos tardíos. Todo era un escenario montado para maquillar una identidad que, como una fumarola, aparecía aquí y allá y le daba a esa puesta en escena un risueño aire entre farsesco y ridículo que causaba en los niños una lúdica confusión y desconcierto.
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OCTAVA JORNADA(poema inédito) |
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En la laguna negra los peces se lamen el petróleo adherido a las escamas El sol detenido en la bruma sobre las aguas de nadie La luna no hace caminos en las olas no hay enamorados que la conjuren El hombre parcela el océano con oscuras intenciones Amanece… |
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