Relato
I
El
Sol tenía un hermano, este hermano un día tropezó con un cerro y
cayó sobre América. Brillante como era, por herencia familiar, y
como un cristal fino se separó en miles de partes por la tierra.
Algunos más grandes son
visibles.
El
Titicaca, su parte más grande, quedó como espejo del Sol. Y cerca de
él su hermano hizo poner la puerta del Sol. Inty entraría por ella
para verse en su hermano.
Toda
casa tiene su puerta, América tiene la puerta en Tiahuanaco, la
Puerta del Sol.
Relato
II
Estrellas
parpadeantes bajo mi piso, navego al Oeste, noche tranquila, brillan mil centelleos
celestiales que aquí se tocan con la mano. Arriba, si me levanto
creo que las tengo; debajo pasan hasta la canoa y ahí se despedazan.
Titicaca
mar de las alturas, el espejo que un Dios derramó, en un lugar alto
para tenerlo cerca. Navegar una noche por el espejo donde los dioses
se miran por la mañana, es como preparar la imagen de los dioses,
como ser la imagen de los cielos.
Llegas
hasta lo profundo de este mar, donde es difícil divisar la costa y
en ese momento sonarán los Sikus en el cielo y quebradas las Cajas
de los cerros escuchas el otro silencio que todo lo dice. Abre los
brazos y podrás tener entre ellos la Cruz del Sur y el vuelo del
Cóndor. Ese es el otro
silencio que solo América conoce.